La unión dermo-epidérmica, clave de la firmeza de la piel
Una de las mayores preocupaciones de las mujeres a partir de los 35 años es la pérdida de firmeza en su rostro. Debido a diferentes factores internos (la edad) y a otros externos (como la contaminación, el tabaco, la mala alimentación, el estrés, la exposición al sol, los radicales libres, etc.) la piel pierde su grosor, fabrica menos proteínas estructurales como la elastina y colágeno y en general se deteriora su capacidad biomecánica para mantener la elasticidad y firmeza.
Es en ese momento, cuando se empiezan a manifestar en el exterior estos cambios internos, que aparecen las arrugas o la flacidez del óvalo facial.
La clave de la firmeza de la piel
Para contrarrestar estos efectos adversos, se debe conseguir, recuperar y/o mantener el buen estado de los principales elementos estructurales de la piel, entonces podemos decir que la clave para mantener la firmeza y resistencia de la piel es la unión entre la epidermis y la dermis.
¿Qué es la unión dermo-epidérmica?
Las dos capas más externas de la piel (epidermis y dermis) se encuentran unidas por una compleja estructura de anclaje denominada unión dermo-epidérmica (UDE), cuyos componentes provienen de:
- Epidermis: colágeno IV y VII que proceden de los queratinocitos.
- Dermis: participan fibras de anclaje de colágeno VII y fibras de elastina. Además, las fibras se unen a diferentes componentes de la matriz extracelular (ME): lípidos, proteoglicanos, etc., creando una unión más fuerte.
La UDE no es lisa ni recta, sino que las dos capas se interpenetran formando papilas dérmicas y crestas. De esta manera la superficie de contacto entre capas aumenta, incrementando el flujo de nutrientes y la comunicación. Debido a la fortaleza de la UDE, la piel del rostro se muestra compacta, firme y elástica y mitiga los efectos de la gravedad (flacidez y descolgamiento).
Existen múltiples factores que dificultan la comunicación y cohesión entre las células de la piel del rostro, como:
Extrínsecos: Radiación UV y la fuerza de la gravedad.
Intrínsecos: El envejecimiento favorece la degradación de la ME, el alisamiento de la UDE, la disminución de la fabricación de sus componentes (colágeno) y el aumento de enzimas que destruyen sus fibras.
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